De resoluciones…

viernes, 9 de enero de 2009
Posted by P.F.


Apenas comienza le nuevo año y ya muchos están formulando las famosas listas de resoluciones y objetivos a alcanzar en esta nueva etapa que apenas acaba de comenzar. Este fenómeno es común en cualquier parte de nuestro pequeño mundo en que vivimos. No vayan a creer que es solo de un determinado lugar ni tampoco de un grupo selecto de personas con propósitos bien definidos. Desde Puerto Rico hasta Indonesia, desde China hasta Argentina, desde Madagascar hasta Australia, no importa, todos hacemos listas (aunque sea en la mente), de motivos y resoluciones que intentaremos cumplir o que al menos hayamos cumplido al finalizar el año.

No es que sea malo hacer tales cosas, por el contrario, es fabuloso ya que así no estaremos desocupados o caminando sin rumbo ni metas en este año (al menos eso espero). Del mismo modo que nos proponemos metas y fines en los cuales preocuparnos, logros por alcanzar, desafíos que enfrentar y batallas que ganar, algo que es importante y primordial para todos es contar con la dirección de Dios en todo aquello que nos hemos propuesto. Por tal motivo les dejo una bonita reflexión referente a estas resoluciones:

Es alentador recordar que, desde la perspectiva divina todos somos una obra en curso.

Más estimulante todavía es tener presente que el Señor desea vernos progresar al máximo y que hará todo lo posible para que así sea.

Nos ayudará en la medida en que le demos oportunidad de hacerlo.

Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros -dice el Señor-, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11

A continuación, cinco consejos para crecer y madurar espiritualmente con la ayuda de Dios:

#1 Incluye a Dios en la toma de decisiones.

Desde niños aprendemos por medio de la instrucción que nos dan nuestros padres.

De igual modo, crecemos espiritualmente en la medida en que aprendemos a seguir las instrucciones de Dios, en que acudimos a Él en oración y aplicamos los principios espirituales de Su Palabra a nuestras decisiones.

#2 Ejercita tu Fe.

Así como la experiencia enseña mucho, pues sufrimos las consecuencias de nuestras decisiones erróneas y vemos premiadas las acertadas, nuestro crecimiento espiritual se acelera cuando nuestra fe es puesta a prueba y tomamos conciencia de que en ella se encuentra la solución a los problemas de la vida.

#3 Bríndate a los demás.

Al olvidarnos de nosotros mismos y dedicarnos a satisfacer las necesidades de los demás y a hacerlos felices, nos convertimos en conductos de amor de Dios para esas personas.

Así, en la medida en que nos entregamos al prójimo, Dios nos reabastece.

Al que reparte, le es añadido más… El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros, también él será saciado. Proverbios 11:24a-25

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Lucas 6:38

#4 Reconoce tus puntos flacos y esfuérzate por superarlos.

Todos tenemos aspectos en que podemos mejorar.

Se trata de un hecho general que la mayoría de la gente acepta sin mucha oposición.

La cosa se pone más difícil cuando identificamos nuestras debilidades, y en particular cuando intervienen otras personas.

Reconocer nuestras flaquezas nos resulta embarazoso aunque lo hagamos en privado o a solas con Dios.

Pero cuando somos capaces de admitirlas humildemente ante los demás y nos mostramos dispuestos a que nos ayuden -con consejos, recordatorios y oraciones-; es como si tomáramos el carril más rápido para crecer espiritualmente.

#5 Acepta nuevos retos.

Dada la naturaleza humana, es fácil encasillarnos a nosotros mismos y limitar lo que somos capaces de hacer, sobre todo al ir entrando en años.

El problema es que con esa actitud se anquilosa nuestro crecimiento. Cuando nos cerramos a considerar nuevos datos y nuevas ideas, dejamos de crecer intelectualmente.

Al aislarnos, dejamos de crecer emocionalmente. Y cuando nos mostramos poco dispuestos a aceptar nuevos retos, dejamos de crecer intelectual, emocional y espiritualmente.

Como dijimos antes, somos una obra en curso y solo crecemos en la medida en que seguimos haciendo progresos. Pero para progresar hay que fijarse nuevos objetivos.

En este año entrante Dios puede ayudarte a ser más como quieres ser.

Mejor aún: Él puede ayudarte a ser más como Él quiere que seas.

Si haces tu parte, Él te ayudará a progresar paso a paso, pues Él te ama.

S.S.

Etiquetas:

0 comentarios: