"Conocer la verdad duele, pero es sin duda una acción altamente saludable y liberadora"

Aunque en los últimos años han aparecido numerosos personajes que intentan desesperadamente desestimar los relatos bíblicos y negar las evidencias arqueológicas irrefutables, mayor ha sido el número de estudios y documentos a favor de la Biblia que en contra de ésta. Muchos intentan buscar evidencias donde no las hay, y cuando aparecen evidencias tangibles miran hacia otro lado e intentan tapar el cielo con la mano.

Ciertamente no solo las evidencias arqueológicas sino también muchas evidencias literarias, no refiriéndome con esto a los rollos del Mar Muerto que son una confirmación más, sino a innumerables escritos literarios referentes a la prosa y verso, a idiomas desarrollados a base de la lengua hablada por el Pueblo de Dios en sus principios, que para sorpresa de muchas de estas personas incrédulas las derivaciones son las mismísimas lenguas romance habladas mundialmente.

Las evidencias abundan y poco a poco se las iré presentando no sea que aquellos que no quieren creer en lo tangible que ya ha sido harto verificado se desmayen. En cambio para todos aquellos, tanto creyentes como no creyentes que no se cierran sino que primero leen y se documentan bien de fuentes fidedignas y de estudio personal antes de publicar barbaridades bochornosas, se darán cuenta que no son falacias inventadas por un grupo aislado, sino descubrimientos muchas veces realizados por personas ajenas a la religión pero comprometidas con la verdad histórica de los acontecimientos.

No todo es teología, filosofía, ciencia ni historia. Aunque ciertamente se necesita al menos un granito de fe para cada una de ellas, no debemos menospreciar las evidencias que se nos muestran ante nuestros ojos, a menos que algunos quieran seguir creyendo que el mundo no es redondo…

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